La educación continúa cambiando. Las tradicionales aulas analógicas en las que un docente da una sesión magistral ante decenas de alumnos parecen una cosa de hace décadas. Las posibilidades que la tecnología ha ofrecido al ámbito formativo son múltiples: materiales digitales, formaciones complementarias, posibilidad de recibir lecciones en línea
El confinamiento en el que el mundo se sumió a principios de 2020 para tratar de contener los contagios que estaba originando el coronavirus fue una prueba de fuego. Profesores de todo el planeta tuvieron que experimentar de la noche a la mañana aquello de dar sus sesiones en línea, tratando de mantener la atención de los estudiantes que seguían yendo a clases desde su cuarto.
Se hizo lo que se pudo, pero lo que parece evidente es que se pudo haber estado mejor preparado. Fruto de la experiencia, un sector despega en la industria tecnológica española: las startups edtech (especializadas en la educación) han protagonizado grandes rondas de financiación en 2020 y 2021, así como un crecimiento sin parangón en muchos mercados.
Pizarras digitales, campus virtuales, plataformas de contenidos educativos, e incluso nuevos modelos de aprendizaje se consolidan a medida que nuevas iniciativas encuentran la forma de aunar tecnología y enseñanza. Pero junto a las oportunidades que aparecen, también se presentan nuevos desafíos. Tres emprendedores edtech españoles ponen en común cuáles son los suyos.
Son Alberto Arenaza, cofundador de Trascend Network, una red de emprendedores que da formación a startups edtech de todo el mundo en su fase inicial; Rodrigo Rodríguez, CEO y fundador de Odilo, a la que se ha definido como “el Netflix de la educación”; y Juan Rubio, CEO de Genial.ly, una plataforma que agiliza la creación de contenidos interactivos cuyo fin suele ser el campo educativo.
Una tecnología que no amplíe brechas
Arenaza estudió en la Minerva School de Ben Nelson, que recientemente ha sido entrevistado en el diario El País. Fruto de su experiencia en uno de los centros educativos más exclusivos del mundo, Arenaza se interesó por el mundo de la educación y quiso devolver parte de lo cosechado fundando con un socio Trascend Network en San Francisco (EEUU).
El propósito de Trascend es conectar a fundadores y emprendedores de edtechs de todo el mundo, ya que como él mismo cuenta en una conversación con Business Insider España, una singularidad que adolece esta industria es que sus experiencias y nuevas compañías nacen con perspectivas muy locales.
Por eso también cree que la tecnología debe servir para reducir el coste y aumentar la calidad de la educación, no para lo contrario ni para generar “barreras artificiales”. Si algo se aprendió en pandemia es que la educación en remoto, mediante el uso de dispositivos tecnológicos, sirvió para dar respuesta a una situación de emergencia. Pero también pudo dejar a alumnos atrás.
“El lado oscuro de la tecnología en las aulas es la brecha digital que crean muchos productos por las desigualdades económicas (colegios o familias tienen que pagar por las herramientas) y de conectividad (muchas herramientas están diseñadas para un ambiente ideal en el que cada alumno y profesor tienen ordenadores individuales y buenas conexiones)”, resume.
Pero esas condiciones idóneas no son inherentes a la tecnología, “y hay cada vez más proyectos que buscan usar la tecnología precisamente para cerrar otras desigualdades económicas o sociales que existen en las aulas”.
Preguntado por cuál será la tecnología que presente una nueva disrupción en el ámbito educativo, Arenaza opina que no será “la más glamurosa”, como la realidad virtual o la descentralización que garantiza el blockchain. La tecnología que más transformación provocará en la enseñanza será “la que permita hacer llegar herramientas básicas a todos los estudiantes”.
“Ordenadores de bajo coste, plataformas educativas para dispositivos con baja conectividad, herramientas de videollamadas más accesibles… Estas son las que pueden cambiar las vidas de estudiantes de forma radical”.
Tecnologías más punteras como la IA o el metaverso todavía están buscando un valor en clase, mientras que las tecnologías de acceso pueden llevar lo que ya se sabe que funciona a miles de millones de estudiantes”, apunta.
Que sea accesible y no un lastre para docentes y alumnos
Rodrigo Rodríguez es el CEO de Odilo. El crecimiento de esta edtech se disparó en 2020, después de que en los peores momentos de la pandemia la plataforma decidiese ofrecerse a bajo precio cuando no gratuitamente a centros educativos que lo necesitaran. La compañía ofrece una plataforma en la que sus clientes pueden incluir su propio material educativo.
Después, los alumnos del centro que tenga contratado Odilo solo tienen que acceder a la plataforma desde sus dispositivos para ver desde libros de texto o lectura hasta películas u otros contenidos educativos audiovisuales.
Con todo, el propio Rodríguez es sensible con el desafío que apareja llenar un aula de distintas aplicaciones. No solo por lo sensibilísimos que son los datos personales de menores (cuya ciberseguridad y protección deben estar más que optimizadas por parte de los centros), sino porque al final el contar con tantas opciones digitales conlleva un lastre para docentes y alumnos.
“Uno de los problemas a los que se enfrentan las aulas al incorporar la tecnología es que terminan implementando una gran variedad de plataformas, con diferentes usuarios e interfaces: para los deberes de matemáticas acude aquí, para un cuestionario de ciencias allá, para leer las novelas de literatura, allí”, expone el CEO de Odilo.
Aunque la integración de la tecnología “siempre aporta al proceso de aprendizaje”, una experiencia “tan fraccionada” puede despistar al usuario y dificultar que los profesores puedan analizar el rendimiento del mismo de forma transversal. “Lo perfecto es una plataforma que reúna todas las soluciones, bajo un solo usuario. Fácil, directo, y sencillo para todos”.
Sobre qué tecnologías provocarán una disrupción en la educación a medio plazo, Rodríguez cree que “todavía queda mucho por conocer sobre el metaverso” como para poder valorar con certezas su impacto.
“Actualmente, la tecnología que más impacto puede tener en la educación podría ser el 5G, si nos ayuda a mejorar la conectividad y así ampliar el alcance de las soluciones digitales de aprendizaje que apoyan y amplían en gran medida la labor que se hace en aulas y formaciones”, considera.
Sobre todo, que siga siendo un medio y no un fin en sí mismo
Juan Rubio, uno de los socios fundadores de Genial.ly, pone énfasis en la necesidad de contar con tecnologías responsables en los procesos formativos.
“Está claro que el abuso de la tecnología puede ser perjudicial, pero con un uso responsable, la tecnología puede aportar mucho a las aulas. Lo hemos visto durante la crisis sanitaria y al final la ubicuidad y la facilidad que nos dan las herramientas digitales nos acerca en este mundo interconectado”, expone.
Los despliegues tecnológicos en el aula o en centros educativos pueden ayudar a trabajar “en la línea de un uso responsable de la tecnología y la ciberseguridad”, lo que puede ser “interesante” sobre todo en “edades tempranas”. “Debemos asumir que la tecnología ya forma parte de nuestras vidas”.
Genial.ly es una herramienta con la que los usuarios pueden crear contenidos digitales e interactivos, con lo que el potencial que tiene para la docencia es enorme. Pero el propio Rubio incide en que “la tecnología es un medio más”. “No hay que olvidar otros medios y dinámicas de aprendizaje más tradicionales que favorecen una educación enriquecedora y estimulante”.
Desde hace meses el metaverso sigue copando titulares y también se habla del potencial que estas nuevas dimensiones digitales podría tener para la enseñanza. “Supongo que de alguna manera todo parece apuntar a que sí que puede llegar el metaverso a la educación y que va a aportar sobre todo a modelos de aprendizaje”.
“Lo que sí nos demuestra el metaverso, es que se necesitan cada vez más espacios y experiencias inmersivos, y es un poco lo que está en el core de Genial.ly: el hecho de convertir ideas en experiencias inmersivas gracias a la comunicación visual interactiva”, enfatiza.
Pero esto se deberá compatibilizar con el “ámbito de la colaboración”, que sigue siendo “una tendencia global que nos da la propia tecnología” y es “hacia lo que va a tender nuestro producto de cara a este año”. “A pesar de mi sesgo profesional”, matiza e insiste: “Creo que la tecnología es un medio y nunca un fin en sí mismo, y en la educación seguramente más que en ningún otro contexto”.