La inteligencia artificial (IA) y la tecnología avanzan a un ritmo impresionante, transformando la forma en que empresas y ciudadanos interactúan con el mundo. Sin embargo, para que estas herramientas sean realmente útiles, deben enfocarse en atender las necesidades humanas, promoviendo un uso ético y confiable.
Nos encontramos ante un escenario en el que la tecnología avanza a pasos agigantados. En los últimos años, hemos vivido la explosión de la inteligencia artificial, una tecnología que integramos ya sin darnos cuenta en nuestro día a día al escoger una película en una plataforma streaming, al pedir un VTC o al hacer alguna compra por Internet.
La adopción de la IA en las empresas y la percepción ciudadana
Según una encuesta realizada por Entelgy, muchas empresas ya integran la IA para optimizar procesos y mejorar la eficiencia operativa, aplicándola en áreas como atención al cliente, análisis de datos y automatización. Sin embargo, uno de los retos centrales que acompaña a este desarrollo es la confianza de los ciudadanos. La encuesta muestra que una porción significativa de la población aún no confía en la IA, lo que subraya la importancia de implementar medidas que garanticen transparencia y ética en el uso de esta tecnología.
Los desafíos de un avance tecnológico responsable
A medida que la tecnología se vuelve omnipresente, surgen nuevos desafíos, como la necesidad de establecer límites en la recopilación de datos y asegurar que las decisiones tomadas por sistemas de IA sean imparciales y beneficiosas para el usuario. Para ganarse la confianza del público, las empresas deben priorizar la seguridad y la transparencia, además de mostrar un compromiso real con la privacidad y la ética en el uso de datos.
El impacto de la inteligencia artificial para las empresas
Para las empresas, esta ha sido la herramienta perfecta para poder aumentar su productividad y modernizar sus aplicaciones. Para las personas, esto ha supuesto un acceso más fácil y sincronizado, con la posibilidad de acceder a sus archivos desde cualquier punto y la posibilidad de recuperar los datos en caso de fallo. Para las empresas estas ventajas van más allá, siendo capaces de reducir sus costes y con una mayor flexibilidad.
No obstante, el desarrollo tecnológico también implica una serie de retos: la falta de confianza en la IA, los conflictos éticos o los problemas de seguridad y privacidad. Entonces, ¿cómo podemos garantizar el progreso tecnológico y superar los desafíos que surgen? La respuesta es fácil, no debemos perder de vista lo que realmente impulsa la tecnología: las personas.
Poca confianza de la ciudadanía en la IA
El 80% de los ciudadanos no confía en la inteligencia artificial, una de las tecnologías que más ha dado de qué hablar en los últimos años, lo que resalta la necesidad de un desarrollo tecnológico alineado a la sociedad. Para ello, las empresas deben tener en cuenta no solo la innovación tecnológica, sino el impacto que esta tiene con quienes la utilizan, ya sean empleados, clientes o la sociedad en su conjunto.